Encuentro con Sari
- Anna Piotrowicz
- Mar 18, 2016
- 2 min read

Es una mañana lluviosa de un sábado de octubre. Me encuentro con una niña de tres años en la zona comercial de la comunidad menonita "Buena Esperanza" a 45 km de San José de Chiquitos, en el Oriente boliviano, cerca de la frontera con Brasil.
Sari, una entre 30 nietos, ha venido con su abuelo en una carroza negra llevada por dos caballos. Me llaman la atención su cara pálida, su cabello rubio y su vestido de flores hecho a mano y posiblemente heredado de sus primas o tías. Mientras su abuelo se acerca a la tienda, la niña se queda a cargo de la carroza. De pronto, intimidada por mi mirada, se dirige a su abuelo. No obstante, su curiosidad por lo desconocido le hace volver a mirar hacia mí desde la puerta de la tienda. Nuestras miradas se encuentran de nuevo. Para ella soy "la otra", tan diferente de la gente con la que convive diariamente. Para mí, ella simboliza el tiempo atrapado en el pasado lejano de las necesidades y comodidades del siglo XXI. Finalmente nos despedimos con una sonrisa y cada una vuelve a su mundo ...


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Se estima que en Bolivia viven más de 70.000 menonitas en 57 colonias alrededor del departamento de Santa Cruz. Son mayormente menonitas étnicos procedentes de Alemania y Holanda, llamados "Menonitas de Rusia". Hablan Plautdietsch, dialecto alemán originario del delta del Vistula. Los primeros inmigrantes menonitas llegaron a Bolivia desde Paraguay en los años 50 y luego en los 70 han llegado otros desde México y Belice. Los "Menonitas de Rusia" que viven en Bolivia son considerados los más tradicionales y conservadores de todos los menonitas en Sudamérica. Viven fuera del tiempo y su vida se concentra unicamente en el trabajo, cerca de Dios y naturaleza.
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